Los estándares de emisiones de diésel regulan la cantidad de contaminantes que los motores diésel pueden emitir para reducir la contaminación del aire. Los defensores argumentan que normas más estrictas mejoran la calidad del aire y la salud pública al reducir las emisiones dañinas. Los opositores argumentan que aumenta los costos para los fabricantes y los consumidores y podría reducir la disponibilidad de vehículos diésel.